Fue Cervantes el representante del artista cristiano moderno y en sus propias palabras el primer novelador en lengua castellana; y según Menéndez y Pelayo “con la ingenua modestia del genio, ensayó íntegramente todos los senderos de la novela”. Es considerado “el genio de la novela”, tal como Shakespeare lo fuera de la tragedia. Su novela “El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha” le valió fama mundial.
Se cree que Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares, ya que allí consta su acta de bautismo, el 29 de septiembre de 1547. Fueron sus padres el cirujano Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. El matrimonio ya tenía tres hijos al nacer Miguel, y tuvieron tres niños más.
Se piensa que Cervantes recibió una formación humanista en Alcalá de Henares, lo cual era común en la educación de la época. Este enfoque educativo incluía el estudio del latín y las letras clásicas, sentando así una base para su futura carrera literaria. Además, la ciudad era un importante centro académico que probablemente le permitió estar en contacto con intelectuales y escritores de renombre.
Se mudó con su familia a Sevilla en el año 1564 donde cursó estudios en el colegio de la Compañía de Jesús. La estadía familiar en Sevilla no fue muy afortunada ya que a las vicisitudes económicas se sumó, el hecho de que una de sus hermanas, de nombre Andrea, tuvo una hija (Constanza) fruto de haber sido seducida por un hombre llamado Nicolás de Ovando, al cual el padre de Andrea inició juicio, resultando embargado.
La familia se instaló en Madrid en 1566, donde Miguel publicó sus primeros versos a los 19 años. Fueron un soneto a Isabel de Valois y una composición dedicada a la muerte de ella. Posiblemente por defender el honor de una de las mujeres de su familia, hirió a un tal Antonio de Segura, y debió soportar la persecución de los alcaldes de la villa en 1569, lo que lo llevó a Italia, prestando allí servicios para el futuro cardenal, Julio Acquaviva.
Durante su estancia en Italia, Cervantes estuvo expuesto al renacimiento cultural que influía a Europa. Este periodo fue fundamental para su desarrollo literario, pues Italia albergaba una rica tradición de poesía y prosa que probablemente inspiró sus obras posteriores. Las influencias renacentistas se reflejan en su interés por lo humano y lo divino, presentes en su caracterización de personajes complejos.
Pronto despertó en él el llamado de las armas y embarcó como soldado en la galera “Marquesa” tomando participación en la Batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Esa contienda le dejaría una huella física para toda su vida, pues recibió un disparo que le inutilizó la mano izquierda, y le valió el mote de “El manco de Lepanto”. Sin embargo allí no terminaron sus hazañas bélicas. Integró las expediciones contra Navarino, Bizerta y Túnez, regresando a Italia. Junto a su hermano Rodrigo se embarcó en la galera “Sol”, que los regresaría a España. Sin embargo la galera, apresada por los berberiscos, los convirtió en prisioneros, en cuyo carácter fueron llevados a Argel, donde permanecieron cautivos por cinco años.
Las experiencias de Cervantes en Argel, donde fue prisionero por cinco años, marcaron una parte importante de su vida. Documentos históricos describen las condiciones difíciles que soportó, incluyendo varias tentativas de fuga fallidas. Estas vivencias influirían notablemente en sus escritos, en los que aparece a menudo el tema de la libertad, una constante preocupación en su obra.
Tras intentos de evasión frustrados por traiciones, que a pesar de las torturas no develó, se logró reunir la suma de 500 ducados para su rescate, que él dispuso sirvieran para salvar a su hermano Rodrigo. Luego otros 500 ducados fueron entregados para su liberación por el trinitario fray Juan Gil. Así pudo llegar primero a Valencia en 1580 y luego partir hacia Madrid.
En el año 1585, publicó “La Galatea” novela pastoril. Además diversas comedias fueron escritas y estrenadas: “Los tratos de Argel”, “La Numancia” y la “Batalla Naval”. De sus amores con Ana Franca, nació una hija natural, Isabel. Contrajo enlace con doña Catalina de Salazar y Palacios, natural de Esquivias.
«La Galatea» fue bien recibida en su tiempo, aunque no alcanzó la fama de sus trabajos posteriores. Esta novela pastoril refleja las influencias renacentistas que Cervantes absorbió en Italia, aunque narrada con un estilo propio y lleno de matices que empezaron a perfilar su característica forma de contar historias.
Viajó por Andalucía y Castilla al aceptar un puesto de comisario para aprovisionamiento de la Armada, debiendo recaudar tercios y alcabalas. Esta actividad lo condujo a prisión en la cárcel de Sevilla donde se cree comenzó a gestarse “El Quijote”, cuya primera parte fue publicada a principios de 1605 con enorme éxito nacional e internacional. En esta novela, ironiza a través de más de seiscientos personajes que secundan a los protagonistas Don Quijote y Sancho Panza, que encarnan respectivamente el idealismo y el empirismo, sobre las novelas de caballería, que apasionaron a un siglo, con gran sutileza, mostrando gran intuición y dando soluciones renacentistas.
Su hija Isabel estuvo implicada en diversos pleitos, como la muerte de un caballero apellidado Ezpeleta y fue acusaba de manceba de Juan de Urbina.
En el año 1613 Cervantes ingresó en la Orden Tercera de San Francisco, donde publicó “El viaje al Parnaso” y “Las Novelas Ejemplares” integradas por “Rinconete y Cortadillo” “La Gitanilla” “El famoso extremeño” y “La ilustre fregona”, entre otras.
Tras aparecer en 1614 un falso segundo tomo del “Quijote” en Zaragoza firmado con el seudónimo de Avellaneda, Cervantes publicó la segunda parte original en 1615. Editó ese año ocho comedias (“Los baños de Argel” “El gallardo español” “La casa de los celos” “La gran sultana” “Pedro de Urdemalas” “El laberinto del amor” “El rufián dichoso” y “La entretenida”; y ocho entremeses que no pudo estrenar.
Pocos días antes de morir, concluyó “Los trabajos de Persiles y Segismundo”. Falleció el 22 de abril de 1616 y en el convento de las trinitarias de Madrid fue enterrado al día siguiente.
En sus últimos años, Cervantes luchó con problemas de salud, pero continuó escribiendo fervientemente. Su ingreso en la Orden Tercera de San Francisco sugiere una espiritualidad profunda presente en sus obras finales. Su entierro en el convento de las trinitarias en Madrid refleja el prestigio y el reconocimiento póstumo que alcanzó, uniendo su figura al patrimonio cultural español.