Ángel González Muñiz, “el poeta del compromiso” que tocó temas intimistas y sociales, con lenguaje sencillo, irónico, gracioso y urbano, nació el 6 de septiembre de 1925, en Oviedo (España). Las tragedias personales marcaron profundamente su vida: el fallecimiento de su padre cuando Ángel tenía apenas un año y medio de edad y el asesinato de su hermano Manolo en 1936, que fue fusilado por los franquistas en León, durante la Guerra Civil. Su hermano Pedro sufrió el exilio, y su hermana Maruja perdió su trabajo de maestra.
Durante su juventud, Ángel González se vio influenciado por maestros que despertaron su interés por la literatura. En particular, un profesor de secundaria fue quien le presentó la obra de Antonio Machado y Miguel de Unamuno, autores que marcaron profundamente su estilo inicial.
Su experiencia educativa se entrelazó con el ambiente cultural de Oviedo, donde el contacto con otros jóvenes poetas fomentó su interés por las letras y la necesidad de expresar sus vivencias a través de la poesía.
En el municipio de Páramo del Sil, al sur de Asturias, se instaló convaleciente de tuberculosis, en 1943, lo que lo acercó a la literatura leyendo y escribiendo poemas y le ocasionaría como secuela una insuficiencia respiratoria crónica. Contrajo enlace en 1946 con la norteamericana Sirley Manzini.
Tras estudiar Derecho en la Universidad de Oviedo, comenzó sus estudios de periodismo en Madrid en 1950. Cuatro años después logró ingresar al cuerpo técnico del Ministerio de Obras Públicas de Sevilla donde permaneció hasta 1955, año en que pidió una excedencia y se trasladó a Barcelona donde se desempeñó en editoriales como corrector de estilo. Ingresó al Círculo de Poetas de Barcelona, publicando en 1956 su primer libro “Áspero mundo” inspirado por los horrores de la guerra, y por el que recibió un accésit del Premio Adonais.
Regresó a Madrid donde tomó contacto con escritores como Gabriel Celaya, Caballero Bonald y Juan García Hortelano, mientras seguía trabajando como empleado público.
Publicó en 1961 “Sin esperanza, con convencimiento”, donde analizó socialmente las causas que llevaron a la derrota a la causa revolucionaria española, adscribiéndose a los poetas de la generación del 50.
En 1962 su libro “Grado elemental” recibió el Premio Antonio Machado. En 1965 escribió una serie de poemas de amor que tituló “Palabra sobre palabra”, en 1967 publicó “Tratado de Urbanismo” y en 1971 “Breves acotaciones para una Biografía”.
Se estableció en Estados Unidos para dar clases como profesor universitario.
En los Estados Unidos, González alcanzó un reconocimiento notable dentro de círculos literarios internacionales. Sus colaboraciones con poetas americanos y su participación en eventos literarios ampliaron su influencia fuera de España.
En 1985, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, consolidando su prestigio como figura influyente en las letras iberoamericanas y resaltando su capacidad para conectar con un público global a través de su poesía comprometida y emotiva.
Para integrar el jurado del Premio Casa de las Américas de poesía se trasladó a Cuba en el año 1979. Conoció a Susana Rivera, a quien le dedicó su poema “Quise”. En 1983 apareció “Prosemas o menos”. Recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1985 y el Internacional Salerno de Poesía en 1991. En 1992 publicó “Deixis en fantasma” Se casó con Susana Rivera en 1993, jubilándose como docente de la Universidad de Nuevo México, donde conoció a Susana que había sido su discípula.
En enero de 1996 integró la Real Academia Española. Obtuvo, también en 1996 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. En 2001, publicó “Otoño y otras luces”, su última obra.
Sus últimas obras fueron recibidas con elogios de la crítica, quienes destacaron su habilidad para evolucionar manteniendo una voz auténtica y resonante.
Críticos como Luis Izquierdo analizaron cómo «Otoño y otras luces» exploraba la madurez y la reflexión introspectiva del poeta. Este análisis vino acompañado de un reconocimiento de su aportación al movimiento poético de la generación del 50, cerrando el ciclo de una trayectoria literaria comprometida con los valores humanistas.
Sus últimos años los vivió en España, separado físicamente de su segunda esposa que residía en Estados Unidos. Falleció en una Clínica de Madrid, 12 de enero de 2008, a los 82 años, inesperadamente, pues estaba planeando un viaje con Susana, aunque como consecuencia de la insuficiencia respiratoria que lo acompañó luego de la tuberculosis. Sus cenizas reposan en Oviedo.
Su obra completa fue publicada en tres oportunidades, siendo la última de 1986. Póstumamente, el año de su muerte se publicó “Nada grave” y en 2009 “La Primavera avanza”. Su gran amigo, Joaquín Sabina le dedicó la canción “Menos dos alas”.